Ginarte llegó a Los Estados Unidos siendo apenas un adolescente. Junto a su madre Yolanda, su padre Orlando, y sus hermanos se asentó en Elizabeth, New Jersey. Al poco tiempo, sus padres consiguieron trabajo: ella como costurera, y él como obrero de la construcción.
Poco después, Ginarte decidió unirse a su padre en obras de construccion para también contribuir con la economía familiar. La realidad de los obreros inmigrantes lo desoló: no se pagan las horas extras, ningun beneficio, incluyendo seguro médico y, si corren con la mala suerte de ser lesionados, el empleador usualmente busca no responsabilizarse. “El trabajo de la construcción es muy duro y, además, debes aguantar abusos y discriminación, es como no tener derechos”, afirma.
Y su familia no fue la excepción. Su padre sufrió un accidente con una sierra que lo dejó incapacitado por varios meses. “Como hijo mayor me tocó lidiar con la empresa de seguros y el empleador para que le pagaran a mi padre lo que le correspondía. Fue muy duro vivir el impacto que esta situación tuvo en nuestra familia”, recuerda Ginarte.
Pero son justamente las dificultades las que suelen ser determinantes y esta lo fue para Ginarte. Siempre soñó con ser abogado, pero la experiencia que vivió su padre fue la que le confirmó el camino a su verdadera vocación: defender los derechos de los trabajadores inmigrantes.
En 1982, y después de graduarse con grandes honores de la Universidad de Kean, Ginarte abrió su primera oficina. Tres décadas después, la firma de abogados Ginarte cuenta con siete oficinas en el área de Nueva York y Nueva Jersey, más de 150 empleados, y decenas de reconocimientos y honores, y más de 170 mil casos atendidos, de los cuales muchos se han resuelto, alcanzando montos monetarios de siete cifras.
“Me siento muy orgulloso de poder ayudar a quienes lo necesitan y merecen ser recompensados por la imprudencia de otros”. Uno de los casos que más ha marcado a Ginarte, es el de un trabajador latino indocumentado que se cayó de un techo y quedó cuadripléjico. Además, después de varios meses hospitalizado, el centro médico inició un proceso de deportación. Ginarte llevó el caso a la corte federal y, no solo logró evitar la deportación, sino que también le obtuvo beneficios de parte del empleador, quien hasta entonces no se había hecho responsable del accidente.
“Son ya 35 años de trabajo y esfuerzo, y quiero agradecer a todos los que forman parte del equipo legal Ginarte por su dedicación y compasión. También quiero darle las gracias a mi familia, y por encima de todo, a Dios, por permitirme todos los días hacer lo que amo: ayudar a nuestra gente”.